Por supuesto llegue temprano, cuarenta y cinco minutos temprano. Afuera aún estaba tímidamente amaneciendo y las calles cubiertas de la nieve dura acumulada de la semana anterior.
Anoche no pude dormir demasiado, me desperté antes de que sonara el despertador y me puse en movimiento con mi práctica matinal de meditación. Contemplar para mi se volvió como cepillarme los dientes, me sentiría muy raro si saliese a la calle sin hacerlo.
La sala de espera estaba casi vacía, y elegí un sillón cerca de la puerta del laboratorio donde está el resonador para sentarme a leer. A mi lado, una señora de unos setenta años, con el cabello todo blanco, espera al paciente que está dentro agarrando su cartera con fuerza y mirando fijamente a la pared blanca que tenemos enfrente.
Llega la hora y exactamente a las nueve y quince sale la técnica radióloga a buscarme sonriente diciendo mi apellido con tono divertido. Nos conocemos. Es la misma técnica de todas mis veces anteriores en el hospital, es nuestra tercera vez juntos. Ella se parece mucho a Patsy Kensit, una actriz inglesa, y pienso decírselo esta vez.
Me pasa el camisón de hospital para que me cambie y me da las instrucciones del caso. Mientras tanto, el paciente que espera la señora de cabello blanco es sometido a los imanes del enorme aparato. Todo coordinado en la mayor eficiencia, y con mucha amabilidad y cuidado.
Cuando finalmente entro a la sala, ya con mi bata con pequeñas banderitas noruegas y mis calzoncillos largos, noto que algo anda mal… bueno, no es que algo esté literalmente mal, sino que el resonador es mucho más pequeño y no solo en tamaño: el agujero por el que meten la camilla es sensiblemente más chico.
Me ponen tapones para los oídos, una gorra verde con elástico y unos auriculares para bloquear el sonido: estoy listo para poder hasta dormir en una obra en construcción. Lo único que escucho es mi respiración y como trago saliva.
Pregunto por el tamaño del túnel en el que descansará la camilla conmigo dentro y, efectivamente, es más pequeño. Es diez centímetros de diámetro más pequeño que el que está en el área de neurología en la tercera planta, el que conozco. En un total de setenta centímetros de diámetro, un túnel de sesenta centímetros o menos parece un poco a ser enterrado vivo. Perspectivas.
Esto me hace acordar a una pariente de mi edad que pesaba tanto que las balanzas de las farmacias no llegaban a marcar su peso, y ni siquiera podía subirse con los dos píes a la báscula sin la referencia de alguien cercano. Cuando tuvo que hacerse una resonancia magnética por una infección que le estaba comiendo los huesos, la médica que la atendía le explicó que iba a contactar al zoológico donde contaban con un aparato que soportaba su perímetro y kilos. Después de saber que en ese aparato diagnosticaban hipopótamos se hizo colocar un balón gástrico. No se si su médica se lo dijo en serio o no, lo cierto es que bajó más de cien kilos en el siguiente año y medio. Perdón, necesitaba distraerme un poco.
Como saben lo que están buscando y lo que van a controlar, me dice la técnica que el ciclo solo durará doce minutos y será directamente con contraste. La noticia me pone de buen humor y le digo que se parece a Patsy Kensit, y por supuesto le tengo que explicar quién es… «¿Arma Mortal 2? ¿Mel Gibson?»… claro que ella no sabe de qué le estoy hablando.
«Patsy» me presenta a una estudiante que será la encargada de encontrar la vena en mi brazo derecho para la vía del gadolinio. Ese es el nombre de la sustancia utilizada frecuentemente para las resonancias.
El líquido radiactivo que se utiliza durante la prueba genera un ligero calor en la garganta y el pecho, y se disipa rápidamente en el torrente sanguíneo. Así los tumores y los edemas pueden verse con claridad en las pruebas.
Esta chica, que no habla mucho inglés, no encuentra la vena a la primera y «Patsy» le tiene que pedir que le deje las jeringas de contraste, que no fluyen como debiera. Hermoso ayudar a que estos estudiantes consigan más experiencia, el moretón y la mancha de sangre que me quedó después evidencia que aún es un poco pronto para dejarla hacer esto sola.
Acostado en la camilla, me ponen la máscara para mantener quieta la cabeza y procesar las imágenes. Me da la alarma anti pánico, una perilla gris que se aprieta como la que se usa para medir la presión sanguínea por medios tradicionales. Es un botón para pedir que te saquen del túnel si algo sucede. Una pequeña parte de los pacientes que toman estos estudios tienen crisis de ansiedad y sienten que no pueden respirar en ese espacio, que está perfectamente ventilado. La estudiante empieza a meter la camilla dentro presionando un botón, y como no lo mantiene apretado, se para y arranca de golpe, como si estuviera aprendiendo a manejar y tuviera problemas para regular el freno. Los tres nos reímos, yo un poco de los nervios, y «Patsy» le dice algo en noruego que para mí sonó como «Dejá, dejá…» y se ve que tomó el control de la botonera porque entré como si fuera a flotar en el espacio.
Los sonidos que el resonador hace, más graves y más agudos, asemejan a máquinas mecánicas, como bombas de pozos de agua, sistemas hidráulicos o un martillo neumático golpeando contra metal en diferentes ritmos. Para conseguir diferentes imágenes de todos los tejidos del cuerpo, mueve diferentes piezas que hacen ruidos distintos. Hay videos en YouTube que muestran estos raros sonidos y se usan para familiarizar a los pacientes con los sonidos que se encontrarán.
Después de haber estado en ese caño durante media hora las veces anteriores, los doce minutos se pasaron bastante rápido. Los dediqué a repetir mantras y a crear imágenes en mi mente como si estuviera usando un japa mala (un collar de cuentas que se usa para repetir mantras). Intentaba que lo único que se moviera fuese mi abdomen al inhalar y exhalar.
Lo que me enseñó la experiencia previa… bueno, las tres resonancias anteriores, es a perder un poco el miedo a los espacios reducidos y a los sonidos fuertes ¡y a hacer foco en cualquier otra cosa que no fuera el espacio reducido!
Cada vez que los sonidos provenientes de las bobinas y los imanes cambiaban, me decía «ya está, no puede ser… es pronto» y seguía un poco más. De pronto se hizo el silencio y la camilla se empezó a deslizar hacia afuera. Esta vez fue sin sobresaltos, realmente reconfortante.
Al salir, pregunté como me hacía con el resultado de la prueba y «Patsy Kensit» me dijo que, como era un control, tendría que esperar una semana y se pondrían en contacto conmigo.
El término «paciente» viene claramente de eso: del que tiene paciencia, de ese suspenso (de quedar suspendido) y tener que esperar a que otros tomen la iniciativa.
Y hay que aprender a ser paciente, a transformar esos tiempos de espera en acción propia, hacer algo por uno y por mantenerse en eje y en calma.
La verdadera diferencia en la salud es el empoderamiento, cuando uno hace por uno mismo. El dejar de ser simplemente «el que espera», para ser «el que espera y hace», por supuesto eso hace la diferencia. Estoy aprendiendo a ser activamente paciente.
Consejos que enseñaba a mis consultantes más lo que aprendí en primera persona
Quiero compartir con vos una serie de consejos extraídos de la práctica profesional y enriquecidos con mi propia experiencia en «el túnel». Por supuesto que se complementan con lo que los médicos sugieran y no reemplaza ninguna de sus recomendaciones:
Una semana antes de la resonancia
- Familiarizarse con los sonidos que produce el resonador. Para hacerlo hay videos en YouTube. Mi consejo es escucharlos con el mayor volumen soportable y con auriculares.
- Practicar la postura «Savasana» o postura del cadaver, para acostumbrarse a la inmovilidad, por períodos prolongados de tiempo. Es la postura de relax del yoga y ayuda a generar quietud física y mental.
- Practicar la respiración abdominal (hacia el abdomen) donde la inhalación sea contando hasta cuatro y la exhalación sea contando hasta ocho, siempre que sea cómodo. Exhalaciones más largas que las inhalaciones, eso calma la mente y activa la relajación profunda.
- Cuando se hayan pueden combinarse los sonidos, la inmovilidad y la respiración como entrenamiento para evitar la ansiedad durante la prueba.
El día de la resonancia
- Comer bien e hidratarse bien, a no ser que la indicación médica sea en contrario.
- Vestirse con ropa cómoda y dejar todos los objetos metálicos en casa (anillos, cadenas, cinturones, aros, piercings, etcétera).
- Dejar todos los objetos de valor que no sea necesario llevar con nosotros también en el hogar. Vamos a tener que dejarlos en el guardarropas durante casi una hora.
- Preparar en la mochila o bolso una banana, una botella de agua y algo para entretenerse durante las esperas como un libro, tejido o un cuaderno (vamos por lo analógico).
- No todos los centros diagnósticos lo ofrecen, es una excelente idea llevar tapones para los oídos.
Durante la resonancia
- Empezar a practicar la postura inmóvil y la respiración en cuanto podamos estar en la camilla.
- En la aplicación del contraste, que puede ser antes o en mitad del estudio, cuando pinchan con la aguja lo mejor es exhalar por la boca con la mandíbula relajada. Eso hace que todo el brazo y los hombros se relajen y duela menos la entrada de la vía.
- Si nuestra mente se disparara a pensamientos de tensión y ansiedad, se puede repetir un mantra (si usas alguno) o cantar mentalmente una canción que ayude a concentrarse y calmarse.
- Todo empieza y termina, este es el momento de ser realmente paciente.
Después de la resonancia
- Hidratarse. Hay que tomar mucho líquido para eliminar el contraste por la orina.
- Tomarse un par de horas para readaptarse, si es posible.
- Puede que haya algo de mareo o vértigo, inclusive desde estar dentro del resonador. Es frecuente y se resuelve en algunas horas. Lo mismo sucede con los dolores de cabeza. Si continuaran, por favor consulta a tu médico.
- Compartí tu experiencia. Es una prueba cada vez más frecuente, que puede salvar vidas, y cuantos más le perdamos el miedo mejor.
Yo no pude con ese estudio mira que no soy miedosa va asi parecia me prepare y no pude. Senti como si me enterraran viva horrible. Tus palabras me ayudan mucho. Todo vava estar bien. Se que la espera suele ser dura pero tranquilo todo va a estar maravillosamente bien.
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Graciela, si lo necesitas aún el estudio, hacételo… hay resonadores más grandes y otros más pequeños… también podes pedir asistencia psicológica. Yo encantado de ayudarte. Te abrazo!!
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la paciencia , una virtud de los sabios , fluir con los acontecimientos , bien dificil , un buen aprendizaje ,al final es solo tiempo , y el tiempo no existe …….feliz paciencia , !!!! todo esta bien !!!!!
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Gracias Cloty! Te abrazo! La paciencia es un músculo que se desarrolla… allí voy, practicando
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Hola! Piel de gallina al leerte! Momentos eternos en esas máquinas….cuanta angustia y paciencia
Excelentes tus consejos!
Abrazo
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Muchas gracias Ro! Un abrazo grande y gracias por leerme!
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Para mí fue un ejercicio de control, no permitirse q el miedo o angustia se apodere del momento. Fue perfecto un mantra porq no sentí la urgencia del tiempo. Gracias por compartir!
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Gracias a vos Kelly por compartir! Un abrazo grande compañera!
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Me haces sentir mucho con tu narración, tienes la habilidad de trasladarnos a ese sitio, a ese justo momento, y con este artículo me he sentido un poco inquieta. La manera en que haces de frente a tu problema es muy valiente, el que lo compartas y el que compartas concejos para aquellos que están en circunstancias similares. Ten un bendecido día allá donde te encuentres
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Gracias compañera! Si conectamos sin miedo con lo que sentimos, podemos transmitirlo. Abrazar la experiencia y atravesarla con los ojos abiertos… eso es la vida. Te abrazo!
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🙂
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