Saltar hacia el miedo

«Todo lo que siempre has querido está del otro lado del miedo» George Addair

Es domingo por la noche, y mañana a las nueve de la mañana tengo el chequeo de mis primeros noventa días después de la operación. Durante el primer año tengo que hacerme controles trimestrales y después uno por año, de por vida.

Hay una pequeña chance de que Mike (el nombre cariñoso de ese bulto que crié en mi cabeza) decida volver. Y aunque los meningiomas son células de crecimiento lento, lo mejor es saberlo cuanto antes y controlarlo antes de que vuelva a hacer destrozos.

No debería darme miedo, o sí… el chequeo consiste en una resonancia magnética, que puede ser de una media hora en un caño repleto de poderosísimos imanes. La primera vez que estuve en un tubo de esos fue cuando me diagnosticaron el tumor cerebral, los últimos días de septiembre de este año, La segunda vez fue después de la operación, para ver que todo estuviera en su lugar. La tercera al mes de la operación cuando empecé con el vértigo y el mareo.

Sólo una de las tres veces el resultado fue «sin novedades»: la primera supimos de la existencia de una masa de 31mm de diámetro que crecía desde la segunda capa de las meninges hacia adentro; la segunda transcurrió sin novedades teniendo en cuenta que hacía menos de 24 horas me habían cortado el cuello en un tajo de casi 20 centímetros y aserrado mi cráneo para desalojar a Mike; la tercera fue cuando empecé con los mareos y supe que tenía una pequeña filtración en las meninges, producto aún de la operación. No me gustan las resonancias: mi mente se pone en alerta, mi experiencia previa desconfía de lo que pueda suceder después.

El miedo es una emoción positiva.

El miedo tiene que ver con la autopreservación, es una contracción, una protección, un mecanismo de evitación para garantizar evitar el dolor o sufrimiento, inclusive para preservar la vida. El problema sería quedarse anclado en ese sentimiento de cuidado. Eso va dañando la salud de a poco, yo he vivido el efecto erosionante del miedo.

Yo, antes de tener un tumor cerebral, cuando iba al médico decía que era una persona sana, sin mayores síntomas casi nunca. Tuve un par de cólicos renales, que es algo que corre en la familia de mi madre y que la medicina tradicional china vincula con el miedo; y mi única operación fue de adenoides (vegetaciones) cuando tenía menos de seis años. Para casi medio siglo de vida, me gustaba decir que era sano como un roble. Y lo sigo siendo a excepción de Mike, claro que Mike no es una excepción pequeña. Inclusive algunos especialistas occidentales y orientales vinculan a los tumores con el miedo y el control.

El miedo nos puede hacer evitar algo por completo, o enfrentarlo a través de esa sensación. 

Yo podría evitar ir mañana al hospital, y así no enterarme de cómo estoy y cómo va el proceso. La verdad que, como el día de la operación, me río de esa posibilidad. Sí, el día en el que iban a operarme, por temas de quirófano se demoró mi entrada una hora y poco y fantaseé con irme del piso de neurocirugía sin decirle nada a nadie. Dos minutos después me acordé que estaba con medicación por mis síntomas y comencé a reírme. Hoy también me río de la alternativa de huir.

Otra alternativa podría ser detenerme frente a lo que pasa y «prepararme mentalmente» postergando la cita que tengo mañana. Rápidamente mi mente me recuerda que el tiempo siempre es un factor vital en la salud y que cuando intentamos congelar lo que nos pasa, es algo tan antinatural, que nuestro cuerpo y nuestra mente sufren: estamos hechos para fluir, somos literalmente líquidos.

Cuando salimos de la parálisis y la huida el miedo se convierte en incertidumbre.

No se lo que va a pasar mañana, sí se que voy a ir y que voy a hacer lo que me pidan. Y que después ya tengo que soltar el control y las suposiciones, porque mi mente busca en la experiencia previa y me dice que en dos tercios los resultados no fueron buenos. Mi parte más humorística dice que si la primera fue una mala noticia y la segunda sin novedades… la tercera fue una menos mala noticia y por ende la cuarta será aún más sin novedades… las dos alternativas son lógicas, la mente siempre trata de prever escenarios para buscar qué herramientas usar. La cuestión profunda es que con la incertidumbre nada sirve, excepto lo que experimentemos o… sí, lo que la mente se crea cierto. Y ahí, reconozcamos, la mente puede volverse un poco tremendista: se prepara para lo peor.

La forma de salir de la incertidumbre es, muchas veces, abrazar ese caos.

Suena hermoso, y a veces aterrorizante. Abrazar el caos es no querer ordenarlo, es cruzarlo a través, ver lo que pienso y se me ocurre como eso: lo que pienso y se me ocurre. Si querés saber qué pienso en este momento, entre las cosas que mi mente baraja están: el tumor volvió a crecer, el agujero en mi duramadre no se cerró, hay algo creciendo en algún otro lado, hay problemas con mis venas en el cerebro… suena todo «hermoso». Mi mente está desesperadamente intentando prever un escenario para ver qué tiene que poner a disposición, yo a cada pensamiento respiro profundo y cuando exhalo lo suelto. Nada de todo eso es algo que yo pueda aseverar desde mi experiencia, simplemente busco convertir incertidumbre en certeza, en el peor escenario, para prepararme.

El miedo y la incertidumbre son el paso previo a aprender algo.

El paso posterior a «todo es posible, no se qué es cierto» es ver lo que es, enterarse, aprender una nueva habilidad, superarlo, encajar aquello que atravesamos, tener ahora una certeza. Lo que sea que llegue, se acaba la incertidumbre y algo concreto suele presentarse delante de nuestros ojos. En este ejemplo sería el resultado de mi resonancia y el médico concretando el curso de acción, aunque sea para decirme que todo está en orden y que tengo que seguir haciendo todo bien como hasta ahora.

Todo aquello que deseas, está del otro lado del miedo.

Yo quiero la certeza. al menos esta, quiero saber sobre mi salud y si tengo que hacer algo para mantenerla o recuperarla también quiero saberlo. Esa confirmación que estoy buscando requiere atravesar miedo y ponerme en acción, e incertidumbre y abrazarla sin suponer y así abrazar lo que hoy es.

El miedo es una alerta de que hemos llegado al límite de nuestra zona de confort.

Ya no podemos estar cómodos con lo que sabemos o lo que tenemos, hay que dar un paso más allá de lo que nos resulta familiar o de lo que sabemos hacer. Estamos quebrando una forma de ser porque la forma en la que hacíamos las cosas antes ya no nos funciona, por ejemplo escondernos de lo que pasa o ignorarlo. Nadie sale de la zona de confort porque quiere, lo hace porque no le queda opción.

Crecemos porque todo lo que sabemos ya no nos sirve.

Así como lo que supe hace dos meses en mi tercera resonancia no es suficiente para decir cómo estoy hoy, muchas veces aquello que hemos aprendido nos sirve hasta que ya no nos sirve: estrategias, argumentos, formas de pensar, formas de vestirnos y hasta trabajos o relaciones de pareja. Salir de la zona de confort no es fácil y, una vez más, lo hacemos porque nuestro sistema caducó.

El miedo nos prepara para la acción

Desde la descarga de adrenalina, el aumento del pulso, la sensación de alerta y hasta la descarga de nuestros intestinos; el miedo nos prepara para lo que va a venir y nos deja en estado de actividad. Es muy difícil comer o dormir, o sencillamente dejar de pensar en lo que tememos si tenemos miedo. Yo personalmente no puedo pensar en otra cosa que en el control de mañana por la mañana. Es más, tenía pensado escribir hoy sobre otra cosa, y mi mente se mantuvo enfocada en esto.

Saltar hacia el miedo (y a través de él) nos hace libres

No puedo hacer otra cosa en este momento, así que atravesándolo decidí escribirlo, observarlo y compartirlo en primera persona y no como una creación lógica de lo que se hace cuando uno tiene miedo. Hay mucho juicio sobre si el miedo es algo bueno o malo, yo creo que es profundamente bueno, y que hay que poder saltar hacia él y cruzarlo para aprehender lo que está del otro lado.

Así como vencer el miedo a volar te permite llegar al lugar al que querés ir, vencer el miedo a besar a alguien puede ser el comienzo de una relación, decir que sí a esa propuesta laboral puede significar crecer profesionalmente… mañana voy a ir a hacerme esa resonancia para que sea el comienzo de una nueva certeza. Y la que sea, la voy a enfrentar. Y cuando el miedo vuelva, le voy a dar la bienvenida, es parte de crecer.

El remedio frente al miedo es el amor

Si el miedo es contracción, el amor es expansión. Así que como me amo mucho y me cuido todo lo que puedo, mañana iré a hacerme el control… porque cualquier otra alternativa no sería buena para mi salud y mi tranquilidad mental en el mediano plazo. No importa el tipo de adversidad al que te enfrentes, el camino siempre es a través de lo más oscuro y lo más complejo. Nadie está solo, que nos pasen estas cosas es símbolo de que estamos vivos.

 

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15 comentarios en “Saltar hacia el miedo

  1. Gracias por compartir tus experiencias …es increible yo me opere hace poquito de vesicula y me quede demorada mas de una hora y media antes de la cirugia por un tema tambien de quirofano me vino a buscar el camillero y me dijo ya te operaron no??…y en ese minuto eterno estuve a punto de decir si !!!!…que absurdo no? lo que nos provoca el miedo…lo importante es reconocerlo y decidirse a aceptarlo como parte de la vida…y vivir cada minuto presente con toda la fuerza…es lo unico que tenemos…

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  2. Querido maestro!!! TODO ESTÁ BIEN!!!! Tu expansión de amor hacia vos mismo y hacia los otros es maravillosa!!! Atravesar el miedo es parte de la vida, saltar ese abismo de incertidumbre y hacerlo carne nos empodera. Muchas veces creé mentalmente un abismo irreal y la realidad me mostró otra cosa… del otro lado del miedo como siempre decís, hay un montón de oportunidades por explorar, para hacer mejor las cosas, para aprender. TQM

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  3. Gracias por compartirlo… me tuve que enfrentar al quirofano unas cuantas veces… nunca tuve esas ganas de huir a las que te referis… tal vez mi miedo se haya manifestado en mi de otra manera… no lo se… nunca lo había pensado hasta que te lei… pero sin dudas, vivir es de valientes! Mucha suerte con lo tuyo!

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  4. GRACIAS LUCAS !!!!! MIRAR DE FRENTE AL MIEDO Y TRANSFORMARLO , DEJAR QUE EL MISMO NOS GUIE HACIA LA SANACION , GRACIAS POR COMPARTIR TU EXPERIENCIA , SEGURO , MUCHAS PERSONAS VAN A PODER VER SU MIEDO Y SANARLO , TRASPASARLO , MI HISTORIA ES PARECIDA A LA TUYA , PASARON CASI 8 AÑOS Y AHORA LO RECUERDO CON AMOR , APRENDI MUCHOOOO, APRENDI Y SIGO APRENDIENDO DE CADA EXPERIENCIA MALA O BUENA , CONFIO , CREO EN MI , ME AMO , SUELTO , CONFIO EN ESTE PROCESO DE CRECIMIENTO QUE ES LA VIDA !!!!! NAMASTE !!!!! TE ABRAZO LUMINOSAMENTE AMOROSAMENTE !!!!!!

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  5. Mucha suerte Lucas….Dios te ilumine y te siga dando las mismas fuerzas….te comprendo….soy una guerrera luchadora..y todos los dias agradezco estar viva y seguir batallando…no es facil…facil seria dejar de hacerlo…pero como vos decis…el amor ..la fuerza y la voluntad…hacen q uno este con ganas de seguir viviendo! Un abrazo grande me gusto mucho lo q escribiste….

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    1. Celebro tu vida Gabriela! Gracias por leerme y acompañarme. Un honor tenerte cerca. La vida es frágil y a veces vamos por ahí como cuidando la llama de una vela, sin darnos cuenta que somos la brasa ardiendo. Orgullo.

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