El 21 de diciembre, aquí en el norte, fue la noche más larga del año. Aunque fue el comienzo del invierno, a partir del día siguiente los días empiezan a ser más largos… casi una declaración de esperanza con varios grados bajo cero y anocheciendo antes de las cuatro de la tarde en Noruega.
En esta integración paulatina de la cultura vikinga me enseñó que el árbol de Navidad era la promesa de todo lo que vendría luego de la oscuridad, del frío, de esa tierra que parecía muerta. El árbol lleno de luces, de adornos que simbolizan todo aquello que deseamos, era el punto de reunión de las familias nórdicas y los regalos casi un premio por haber sobrevivido a la peor parte del año.
Norte o Sur, significado pagano o católico, es el momento de renacer.
Por un momento este año pensé en que quizá no podría celebrar esta Navidad… pensé en qué querría si la última hubiese sido eso: la última.
La vida es tan frágil y rara. El mundo cambia tan rápido…
Ver, entender, estar en paz conmigo, con los demás. Luz, más luz.
En esta Navidad que pensé no llegaría a tener, te escribo estas palabras junto al fuego y tomando un té con canela y brandy. Aquí, deseando que renazcas, que no pierdas la esperanza de que a partir de ayer algo cambió en el cielo, que dentro tuyo está la semilla de esa luz.
Renacer. Feliz en Navidad.
Renacer en cada amanecer, hermoso regalo Lucas, Paz, abundancia en esta vida para vos y todos los que te aman…
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Lo mismo para vos! Un fuerte abrazo!!
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